martes, 3 de noviembre de 2009
Diario. Martes 3/11/09
A las siete de la mañana, esperando el autobús urbano, me di cuenta de que tenía frío. Creo que es la primera vez que me alegra tanto sentir escalofríos. No me gusta este otoño calenturiento y tontorrón que estamos teniendo. Es como una adolescente pajillero.
Una de mis grandes pasiones siempre ha sido y será recorrerme durante horas Granada, preferentemente sin rumbo fijo...
... sintiendo el sudor bajo el abrigo...
... un sudor que contrasta sin purdor con los diez grados exteriores, fríos...
... fríos que acarician la piel del rostro con un temblor exquisito.
Me gusta el frío.
Pero lo mejor del frío no son los paseos. Son los enamorados. De vez en cuando te encuentras con un par de ellos refugiados en un rincón, perfectamente ensimismados en un beso. A ellos no creo que les importe en frío en la cara. Ni en las manos.
Ni en los labios.
Dicen que los enamorados nunca tienen frío.
Y por eso hoy, al sentir frío, me he dado cuenta de que he avanzado.
Tal vez no esté enamorada.
Pero siempre me quedarán los paseos por Granada.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario